POESÍA 1


Otra mente abierta


Hubo un incendio donde el humo se reunió
y bailó como ríos sin gravedad
al ritmo de los tambores.

A veces me gustaría mirar dentro del humo
pero se repliega y se cubre en él mismo
con un manto tan oscuro que sólo puedo llorar.
Se convirtió en la máscara de su consunción.
El sueño de su nueva vida.
La piel victoriosa en permanente cambio
con todo, eterna.

Hubo un fuego anoche
que proclamaba noticias de un nuevo testamento
que absorbía lágrimas, mentiras, viles palabras, incluso
los miedos profundos que permanecen debajo de la traición.

Yo suelo tumbarme lejos cuando llama.
Para mí, se quema muy fría
como una piel andante perdida en un cuerpo,
devorada por el tiempo.
A veces, lo sueño vivo
y se incendia - vibrante sol -
más duradero que una tumba.

En tiempos de calma
hablaría de un sueño sin envoltura como un codicilio
que las palabras no podrían preservar.
“Ha llegado el momento de levantar tu mirada
del brillo del fuego
y arrojar tus propias sombras.”
Las palabras tendrían eco en el olvido
como estrellas perdidas en el creciente despertar del sol.

En estas llamas veo mi
 consumo adecuado y apropiado.
En su humo 
me almaceno como muchos frascos 
en un armario de escobas.
Esperando escapar.
Dibujando mis pies opuestos al suelo.
Luchando por llegar a la puerta interior de estos frascos
de aire sellado.

A los escritores, las historias se les escapan de las manos
y me persiguen como si yo sola pudiera sostener su vigilia.
Su propia alma.
Cuando en realidad esas historias nunca fueron contadas.
No encontraron nunca las palabras
que las sostuvieran en sus incesantes intentos.

Naturaleza cegada por los fuegos.
Invierten su vida en su muerte.
Pero el fin es siempre el comienzo
hacia otro final.
Y los sueños nunca revelados
siempre persiguen otra boca,
otra mano,
otra mente abierta.

A veces observo la expresión errante de la esperanza,
y le pido que lleve sus llamas a lo profundo de mi corazón. 
Para quemar un claro propósito.
Para quemar la grieta de los tontos
y envolverme en su piel de humo.
A veces me ofrezco a estas llamas
que saben escuchar.
Crean mi mundo.
Se fusiona la realidad alrededor de sus adornos
como una torre de vidrio arropada a una concha de acero.

A veces siento que las llamas me envían
palabras, notas, tonos.
Encantamientos.
Productos de otro tipo.
Minúsculos crisoles de tierra que arden tan brillantemente
que pueden blindar el sol de criaturas de fantasía.

Y a veces, sin siquiera pensar,
me asomo a estas llamas
cuando el descascarillado humo se aleja por un instante.
Allí, detrás de la máscara,
está mi futuro.
Nuestro futuro.
El futuro.
El presente en otro mundo.
Llamando a otra boca,
otra mano,
otra mente abierta. 


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